viernes, 19 de marzo de 2010

domingo, 7 de junio de 2009

Un llamado a la comunidad

La expresión, “es más fácil sacar al joven del barrio que al barrio del joven,” resume en pocas palabras una verdad bien conocida, y que un sinfín de estudios psicológicos e investigaciones sociales han confirmado: el contexto en el cual se crían los jóvenes causa efectos, para bien o para mal, que tienden a perdurar toda una vida. También se dice, “quien mal anda, mal acaba.”

En cuanto a esto, yo no fui excepción. Casi todas las actividades que me distinguen como adulto, maestro de artes marciales, psicólogo, profesor, escritor, etc., las puedo trazar directamente a influencias tempranas de mis padres; resulta humilde a veces reconocer la falta de ‘individualidad’ que he demostrado en este sentido. De ahí también que, dada la fascinación que se me inculcó desde muy niño, por las enseñazas de las escrituras de todas las religiones, no es de sorprender que acabara de adulto ejerciendo de profesor universitario de la historia de las religiones del mundo y de la psicología de la religión.

En mis estudios sobre las diversas tradiciones religiosas he descubierto grandes diferencias en cuanto a creencias, practicas, y rituales; pero también he reconocido grandes similitudes. Una de éstas consiste en la necesidad de obrar, de poner en acción las enseñanzas, sobre todo a nivel de la ética moral. El Buda lo dijo así: “Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas.” El Bushido, la tradición guerrera-espiritual de los Samurai del Japón feudal lo expresó de una forma aún más escueta: “El que sabe y no hace, no sabe,” es decir, resaltando la soberbia e hipocresía de aquellos cuyo conocimiento permanece teórico pero que ni actúan ni viven de acuerdo a sus creencias y pláticas.

Una de las más inspiradas enseñanzas en este aspecto lo ofrece Jesús en su renombrada “Parábola del Buen Samaritano.” Esta parábola se ofreció con motivo de un instruido en las escrituras judaicas que se propuso retar a Jesús durante una de sus enseñanzas. El desafiador comienza pidiendo al Maestro que si le podría indicar el camino a la “vida eterna.” Reconociendo el alevoso propósito tras la pregunta, Jesús evade la encerrona preguntándole, “¿qué dice la Ley?” Luciéndose, el erudito, tal vez un sacerdote mismo, le responde citando de memoria las escrituras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” El Maestro le contesta – dependiendo de la versión de la Biblia – “Así es; haz así y así vivirás.”

Pero el letrado no se daba por vencido, y presionó de nuevo al Maestro pidiéndole que diera su interpretación de la palabra “prójimo”; esta pregunta da motivo a la famosa alegoría del Buen Samaritano, que se resume así:
“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, también pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”

La dimensión de la enseñanza es múltiple y propia de un gran Maestro. Por una parte Jesús está respondiendo no solamente a la pregunta sino también a la intención tras la misma, resaltando como dos ilustrados, el sacerdote y el levita, aun conocedores de la Ley fueron incapaces de desviarse de sus respectivos caminos para involucrarse en la necesidad de un ‘hermano’ judío: el que sabe y no hace no sabe. Por otra parte vemos que es el samaritano, enemigo declarado de los judíos e ignorante de la Ley, quien con sus actos mejor ilustra el significado de la palabra de Dios.
Sin embargo hay algo mas que podemos sacar de provecho de esta enseñanza. El sacerdote y el levita obraron de acuerdo a la pregunta “¿qué será de mí si me paro a ayudar a este hombre?” mientras que el samaritano actuó conforme a “¿qué será de este hombre si yo no me paro a ayudarlo?” demostrando así, con hechos y no palabras, las bases fundamentales de una conciencia social.

Los tiempos en los que nos encontramos y los que amenazan por avecinar, precisan de una elevada concientización social: de acción y no sólo de comentarios analíticos ni de palabras inspiradoras. De ahí que MAMBA-RYU ha fundado “The Dragon Society” – un programa juvenil diseñado para dotar a nuestra juventud con las herramientas y los valores necesarios para que puedan superar “el barrio”, y no quedarse definidos por las influencias negativas tan dominantes en nuestra sociedad actual.

Pedimos así el apoyo y la participación de los padres, de los maestros, y de los miembros de la comunidad en general para que tomen interés en nuestro proyecto, asistan a nuestras pláticas, nos visiten en la Internet, nos contacten por teléfono, o simplemente divulguen nuestras publicaciones y boletines en sus establecimientos y entre sus amistades y conocidos.

Y para aquellos sacerdotes y levitas demasiado ocupados para desviarse de sus caminos, pero prontos para comentar sobre el estado deplorable de nuestras comunidades, les ofrezco el siguiente adagio, atribuido a muchas civilizaciones antiguas:

Cuatro cosas jamás vuelven:
La palabra hablada,
La flecha lanzada,
La vida pasada,
Y la oportunidad desperdiciada.


Les saludada atentamente,
Shodai J. A. Overton-Guerra


Si yo no soy para mí, ¿quién será?
Si soy solamente para mí, ¿qué soy?Si no ahora, ¿cuándo?Si no yo, ¿quién?Si no aquí, ¿dónde?

El Código de The Dragon Society
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